Fotogrametría 3D
La capacidad de virtualizar un entorno u objeto real de forma rápida y precisa es posible gracias a las técnicas de fotogrametría 3D. Acompáñanos para descubrir qué es y cuáles son sus ventajas.
Origen de la fotogrametría 3D
La fotogrametría es un término cuyo origen se basa en los antiguos mapeados 2D de terrenos a través de fotografía aérea: un avión a una altura constante, tomaba diferentes fotos al sobrevolar y éstas, al unirse, formaban un plano extremadamente detallado. Sin embargo, décadas después, la tecnología ha permitido que con diferentes fotografías se puedan generar modelados tridimensionales de forma sencilla y barata.
Como decíamos, más allá de ese primigenio uso topográfico, en el que los ciudadanos de a pie descubrían el término al llegarles una carta de su ayuntamiento, informando del aumento del IBI tras fotografiar esa nueva buhardilla no contemplada en la escritura de la vivienda, esta técnica tiene un uso muy amplio dentro del entorno 3D a día de hoy. Desde arquitectura donde recrear un completo edificio con todos sus elementos hasta el último detalle, arqueología y patrimonio para generar una construcción completa tomando como base sus ruinas, hasta VFX para digitalizar a un actor hasta el último poro de su piel, crear texturas que implementar en el entorno, etc.
En esencia, el algoritmo encargado de realizar este proceso en los diferentes softwares disponibles para tal fin, se basa en calcular la posición y ángulo donde se toman las fotos, que son -recordemos- bidimensionales, para generar un modelo tridimensional.
Más detalle, mejor resultado
Aunque es posible conseguir un modelado 3D profesional con un centenar de fotografías en seis ejes, se pueden realizar automatizaciones de procesos que permitan no sólo tomar una cantidad de imágenes muy superior, sino que además, si la cámara empleada dispone de tecnología 3DScan, generar una nube de puntos que aumente el detalle del resultado final exponencialmente.
Este tipo de lentes con escaneo tridimensional, están empezando a llegar al gran público a través de los smartphones. Y si los selfies serán espectaculares, lo que nos interesa de esta tecnología es el disparo de láseres junto a la foto que, una vez alcanzan un objeto sólido, permiten conocer la distancia exacta del mismo. Cada láser disparado es un punto que, en total, forma una malla de vértices que permite una representación virtual volumétrica, así como la eliminación de errores de proceso ante sombras no deseadas o imágenes con diferentes grados de ruido y nitidez.
A partir de los datos tomados, el uso de un software ad hoc y un buen motor gráfico, se consigue la virtualización completa que, para un resultado óptimo, deberá posprocesarse de cara a suprimir los defectos que se ocasionan ante superficies lisas o transparentes. A partir de ahí, las posibilidades son enormes. Desde convertir un producto artesanal en uno manufacturado en cadena gracias al molde generado tras el modelado virtual, hasta mapear toda la superficie del planeta con un detalle inusitado.