En Quasar Dynamics, como empresa dedicada a la innovación abierta, investigamos constantemente sobre el metaverso y desarrollamos manteniéndonos fieles a nuestros principios: sólo si tiene un valor que permita alcanzar el objetivo propuesto, o ir más allá de los límites preconcebidos. Sin embargo, las preguntas que se formula el común de los mortales respecto a esta tendencia son completamente lícitas ¿Qué es el metaverso? ¿Cómo funciona? ¿Hay un consenso al respecto?
El metaverso nace, como lo han hecho muchas ideas y conceptos a lo largo de la historia de la humanidad, en la ciencia ficción: El iPad descrito en 1968 por Arthur C. Clark con su novela 2001: Una odisea en el espacio, o las lunas Fobos y Deimos de Marte, predichas en 1735 en Los Viajes de Gulliver, y cuyo autor se basó para ello en las hipótesis del astrónomo Johannes Kepler un siglo atrás, serían dos ejemplos claros de ello. Para el caso que nos ocupa, en la novela Snow Crash del autor Neal Stephenson y publicada en 1992 (de muy recomendable lectura) es donde se enuncia por primera vez el metaverso, como un entorno virtual que busca simular una realidad alternativa.
Otros autores trabajaron sobre esta genial propuesta a medida que la evolución tecnológica sugería nuevos horizontes, haciéndola mucho más elaborada y con mayores posibilidades (Ready Player One de Ernest Cline, de 2011 como caso más destacable) y que vuelven a poner de manifiesto la grandeza del ser humano, donde la imaginación es el único límite para poder alcanzar cualquier meta. De hecho, esta forma de ver el mundo es la piedra angular sobre la que Quasar Dynamics desarrolla su actividad: aterrizando las ideas para hacerlas realidad, mediante la aplicación innovadora y disruptiva de la tecnología.
Con todo ello, no es hasta finales del año pasado, cuando el fundador de Facebook Mark Zuckerberg decide «abrir el melón» del metaverso, con una apuesta radical en la que basar el futuro de su compañía: El metaverso como el siguiente salto evolutivo de la Red de Redes, y en donde las realidades física, aumentada, extendida y virtual, convergen para dar lugar a un infinito universo de posibilidades.
Para entender correctamente qué es el metaverso, se debe hacer desde un prisma mucho más amplio a todo el marketing que lo rodea desde el anuncio de Zuckerberg hasta hoy: Es la evolución natural de Internet, y que irá de la mano no sólo del avance tecnológico per se, sino de su implantación a gran escala durante la próxima década.
La primera implantación de internet llegó de la mano de la transferencia de la información de forma unidireccional: El usuario accedía con la visualización de páginas web, a través de su ordenador mediante una conexión telefónica. El segundo salto, conocido como Web 2.0 y en el que nos encontramos en su máximo apogeo a día de hoy, supuso una comunicación omnidireccional de esa información, pudiendo generarla el propio usuario, y comunicarla a través de múltiples canales gracias a miles de aplicaciones y dispositivos electrónicos, en lo que conlleva a una exponencial mejora en cuanto a alcance, velocidad y volumen de la transferencia y proceso de los datos.
Actualmente, asistimos a nuevas tecnologías que toman como base esta capacidad de la infraestructura de red (fibra óptica y 5G) y su despliegue (democratización) para sentar las bases de la Web3, donde el metaverso tiene su razón de ser, y en el que a su vez realizaremos el camino acompañados por dispositivos cada vez más refinados a la hora de realizar cálculos complejos y mostrar entornos virtuales cada vez más realistas, ya sea de forma centralizada como hasta ahora, o mediante descentralización con la cadena de bloques de la tecnología blockchain.
El reto para definir qué es el metaverso, probablemente nos tome años a todos aquellos que nos hemos sumergido en este concepto, como un gran campo experimental de pruebas donde investigar y, por supuesto, en donde triunfar y equivocarnos será parte de este desafío. En el punto en que hay actualmente acuerdo, es aquel donde el metaverso supone una tangibilización de la red y colocar al usuario en el centro de la acción, y si bien es una definición extremadamente amplia, es un gran punto de partida.
Aunque no nos hayamos dado cuenta, ya asistimos a metaversos primigenios como en su día fuera la red social Second Life, o actualmente más elaborados pero orientados a un nicho específico como puede ser el videojuego competitivo Fortnite, pero sólo es la punta del iceberg, ya que el metaverso está llamado a integrarse con la realidad física en formas en las que aún ni siquiera hemos concebido.
Como es de esperar, surgirán voces contrarias que volcarán una gran dosis de miedo, incertidumbre y duda, como ya ocurriera anteriormente ante los saltos evolutivos de la red descritos: ¡No compres por internet, que te robarán los datos de la tarjeta! decían, y hoy no sólo compramos por internet de forma segura, sino que lo hacemos en cualquier momento y lugar, con un dispositivo que llevamos siempre encima como es el smartphone.
Con el metaverso ocurrirá lo mismo, y siempre desde el prisma de la reacción natural de miedo ante lo desconocido, donde ya se están alzando voces que hablan de una distopía en la que tenernos controlados, suprimiendo completamente la realidad física. Nada más lejos de la realidad, las infinitas posibilidades del metaverso irán -siempre acompañados de la tecnología- hacia el descubrimiento de soluciones a problemas existentes, por existir, o aplicaciones hasta ahora imposibles, que se integrarán con la realidad física en mayor o menor medida dependiendo de la situación, y colocando al usuario en una posición privilegiada en su día a día.
En el punto en el que el smartphone y los visores de realidad extendida converjan en un dispositivo no mucho más voluminoso que unas gafas de sol, podremos encontrar rápidamente a la persona con la que hemos quedado en un concierto, pues mediante realidad aumentada una enorme flecha lo señalará si esta comparte su ubicación con nosotros, podremos desplegar nuestro set de trabajo en cualquier lugar de forma virtual, o ubicar en la pared una enorme pantalla en la que ver el partido de básket, mientras nos rodeamos de los avatares de nuestros amigos que no están con nosotros presencialmente, para verlo en compañía.
Y así, se pueden plantear mil ejemplos más de gran potencialidad, que tarde o temprano dejarán de ser ciencia ficción y formarán parte de nuestra vida cotidiana. Una revolución en experiencia de uso y diseño que llevará la interacción humana a un nuevo nivel, y en la que queremos acompañarte en un camino que, sin darnos cuenta, ya hemos empezado todos a recorrer.
¿Qué es el metaverso?
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